La isla de las Especias

Mensajes desde una isla. Viajes, libros, películas, otras islas....

viernes, 5 de septiembre de 2008

ISLAS DE MENTIRA

Fotografía: S. Acosta Puga

El título no es ninguna trampa. Conocí una vez una isla que no está en el mar o, mejor dicho, una isla que se encuentra en el sueño de lo que un día fue el mar o, quizá , lo que realmente quiero explicar es que se encuentra en un océano estático, blanco, inamovible, sin vida... pero tampoco es eso, ninguno de los adjetivos es totalmente exacto, entonces...

Esa isla en un mar fantasma se llama Cujiri ( Isla del Pescado, Salar de Uyuni, Bolivia).Ubicada cerca de la cresta de los Andes quizá sea uno de los paisajes o parajes más extraños en los que me he podido encontrar. Subida al pequeño cerro central, rodeada por inmensos cactus, por lagartijas y escarabajos, podrías pensar que todo lo que te rodea es agua y lo fue, pero ahora un una extensión de miles y miles de kilómetros blancos como la nieve, cuadriculados hasta el infinito , con " ojos" provocados por las aguas salobres de lo que un día fue el Lago Tauca. Es sal, el desierto blanco más grande del mundo y el único punto brillante que se percibe desde el espacio.

Y juro que tiene olas, movimiento, olor a mar. Yo lo he visto.





fotografía: postal del Coro de la Iglesia de Livingston . Sin autor
Para poner en orden los recuerdos y las palabras he tenido la ayuda de Salva.

Otra de mis islas preferidas dentro de las islas imaginadas, de islas que no lo son, de las no-islas, es Livingston ( Guatemala).

Mientras desciendes por Río Dulce para llegar hasta aquí y las últimas brumas de la mañana se desenredan de los manglares que entorpecen los márgenes, un silencio roto únicamente por el ruido del motor de la pequeña embarcación que nos conduce se apodera de todos y los pasajeros se aferran a los fardos de mercancía que llevan en la falda. La vegetación extrema, el sonido incomprensible de animales que no ves... bien podría ser algo parecido a lo vivido por el capitán Marlow en busca de Kurtz.

Sólo hay una forma de llegar a Livingston y es en barco ya que, a pesar de formar parte de tierra firme, una espesa jungla lo separa del continente. Cuando desembarcas , el aire denso y espeso te envuelve y el asfalto de sus dos calles despide esa calima que deforma las figuras de los que se atreven a recorrerlas a pleno sol. Es por la noche cuando las calles cobran vida y pierden la caliente y lenta irrealidad del día. Las tiendas de víveres, las iglesias, los bares... se llenan de música garífuna. Estamos en Africa. Y es en ese momento cuando te das cuenta de que el aislamiento no es sólo geográfico. La gente de aquí, esclavos africanos abandonados en la costa, nada tiene que ver con los guatemaltecos, con los indígenas de largas y negras trenzas y trajes de colores.

Frente a la playa está Obouhu, la isla que todos hemos dibujado alguna vez, diminuta, con una sola palmera central, como el recordario, siempre presente, de nuestra nueva condición de naúfragos.

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