La isla de las Especias

Mensajes desde una isla. Viajes, libros, películas, otras islas....

jueves, 12 de octubre de 2006

LA ISLA DEL COMANDANTE


Hasta esta pequeña isla, ausente desde hace algún tiempo, empiezan a llegar noticias de otras islas , también lejanas, aunque no olvidadas , y por ello, menos ausentes.

Hoy, entre cafés, puros y cigarrillos sin boquilla ( quizá como detonantes de los recuerdos) me contaban de la isla del Comandante. He vuelto a pasearme por el Malecón donde las olas lamen la carretera cada vez que el viento arrecia; he haraganeado , comiendo una tortita, por la Plaza de Armas y la catedral; he conversado nuevamente bajo una bungavilla sobre los próceres de la patria, la revolución, el Ché... pocas veces sobre el Comandante. Y, tras sumergime en mis recuerdos y volver de ellos ilesa, me alegró saber que este pequeño trozo de Caribe me seguirá cobijando como ya hizo aquella otra vez.

Lo siento, hay debilidades que todavía no he aprendido a controlar y este lugar es una de ellas.

Recuerdo cuando aterricé, llovía como sólo lo hace en el Trópico, como si nunca más pudiera volver a hacerlo. Cogimos un taxi hasta el Vedado y durante el trayecto, con los ojos abiertos como platos ante esas proclamas casi adolescentes escritas en los muros, el gusanillo ( ese que cada vez que pisas un lugar nuevo es capaz de reconocer que quedarás enganchada para siempre) se me alojó en el estómago y anduvo moviéndose, perezoso, el tiempo que duró el viaje.

Es emocionante andar por la Habana vieja, atrapada por la historia a cada paso; oir música en cualquier calle de Santiago o perderse, buscando brujas, por los callejones estrechos y desteñidos de Trinidad . Sé que suena a tópico, que detrás de esas fotos de turista hay otra Cuba que no se retrata, que no te dejan tocar... Sé de la gente que muere intentando salir de allí huyendo del comandante, del partido , de las restricciones, de la prostitución y del hambre; lo sé y me entristece. Pensar en Cuba siempre me produce esos sentimientos encontrados, el sí pero... las reservas.

Pero hoy no quiero hablar de eso. Yo sólo quería recordar el calor pegajossssso, el sol quemándote los hombros, las conversaciones interminables sobre la vida, el futuro, la educación o el proceso de Burgos. El café espeso, las cervezas frías; los paseos tranquilos que duraban días, el tabaco negro, la Bodeguita del medio, el Floridita, Hemingway o los movimientos de caderas mientras bailan de los que nadie me contó el secreto. A esa Cuba es a la que yo quiero volver, a ese lugar donde, como decía mi amigo, lo mejor de la lluvia torrencial , es que la puedes sentir metiéndote en ella, con la piel " esto es Caribe y no hay necesidad de esconderse. Mójate, mi amol"