La isla de las Especias

Mensajes desde una isla. Viajes, libros, películas, otras islas....

jueves, 7 de septiembre de 2006


La duendecillo de la isla ha marchado hacia tierra firme por unos días y estamos un poco desorientados. Parará en la gran meseta central desde donde se otean todas las villas a fin de cumplir con los encargos que le hemos puesto en la mochila: entrevistarse con todos los conejos, pollos y pajarillos gigantes que encuentre; subirse a los barcos desbordados de agua; bajar a las simas más profundas para después salir a la superficie de golpe .... En definitiva, que todavía nadie le ha explicado al Gran Cat " Pedro" que su mamá no estará en casa para ponerle la comida cada mañana y nosotros no tenemos muy claro qué juegos inventarnos.

lunes, 4 de septiembre de 2006


Las islas, de hecho creo que no hay nada que nos acerque más a lo desconocido y misterioso que ellas. Hay islas reales, islas imaginarias y otras que con el paso del tiempo y a pesar de que has estado allí y que pueden ser localizadas en cualquier atlas, pasan a formar parte de un imaginario particular donde quedan adornadas de seres imaginarios, lugares imposibles, anécdotas que nunca ocurrieron y, poco a poco, de manera casi imperceptible, la isla que tú conociste ya no existe, lo que es ahora no te interesa y sabes que , a pesar de que forme parte de la idea de tu paraiso más esencial, ya no querrías volver... ya no podrías volver.
Estos es exactamente lo que me ha sucedido a mí con la Isla de las Especias, Zanzibar.
Viajé hasta allí hace muchos años, en 1994, cuando casi los únicos que lo hacían eran los que iban con la intención, igual que yo, de encontrarse con el Dr. Livinsgtone en uno de los callejones de Stone Town o reconocerse como el nuevo Richard Burton. Del resto, poco puedo contar; todavía no he aprendido a describir los chorretones que deja la lluvia tropical en las paredes casi blancas; o el olor irreconocible que te envuelve y te aturde y que al poco de estar allí descubres que no es más que esas especias que dan nombre a esta isla; no he encontrando los adjetivos necesarios para hablar del color del mar, o de unos atardeceres que a partir de este momento te perseguirán allí donde te encuentres. Tampoco sé expresar la forma de esas calles que más que tortuosas están quebradas, cortadas, retorcidas e incompletas . Ni siquiera sé ponerle un nombre a las caracolas que nos encontrábamos en la arena de la playa, ni a los niños que nos perseguían, con un griterío incomprensible, vendiéndonos piñas y plátanos. Sólo sé, que a pesar del tiempo trancurrido, cada cierto tiempo me sigo preguntado si alguien más ha pisado la arena de aquella playa, de aquella isla donde nadie llegaba; si alguien seguirá emocionándose ante los atardeceres desde el Africa House Hotel mientras llegan los dhows a puerto. Y un pellizo se me agarra al estómago.
El otro día, una publicidad de una agencia de viajes, rezaba " si estás harto del Caribe, ven a Zanzibar. 7 días por ...." y me di cuenta de algo que desde hace mucho tiempo sospechaba: MI PARAISO YA NO EXISTE.